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Varamiento de un yate en Galápagos: Lecciones aprendidas

Writer: Rodrigo Toro GarcésRodrigo Toro Garcés

El reciente varamiento de un yate en Galápagos nos recuerda algo que nunca podemos olvidar: en el mar, la seguridad no es opcional.


Cada decisión cuenta y los pequeños detalles pueden marcar la diferencia entre un viaje exitoso y un desastre. Llevo años navegando, y si hay algo que he aprendido, es que la confianza excesiva puede jugar en contra.


No importa cuántas millas hayas recorrido, el mar siempre tiene la última palabra.

Navegar es un juego de estrategia y reacción. La experiencia es valiosa, pero nunca suficiente si bajamos la guardia. 


He visto casos donde la rutina y el exceso de confianza llevaron a errores evitables. Por eso, siempre tengo presente que cada persona a bordo juega un papel clave en la seguridad del viaje. La preparación y la disciplina marcan la diferencia cuando las cosas se complican.


Equipos y recursos para una navegación segura


En el mar, no hay segundas oportunidades. Contar con herramientas adecuadas y una tripulación bien entrenada es la única manera de garantizar la seguridad.


He aprendido que invertir en tecnología, sistemas de comunicación y protocolos claros no es un lujo, sino una necesidad.


Algunos elementos clave que nunca dejo de revisar antes de zarpar:


  • Sistemas de navegación y radares actualizados.

  • Equipos de comunicación funcionando al 100%.

  • Protocolos de seguridad bien definidos y claros para toda la tripulación.

  • Plan de contingencia en caso de emergencia.

Nada de esto sirve si la tripulación no está preparada. Los entrenamientos constantes y los simulacros no son una formalidad, son una prioridad. 


Si algo he aprendido en estos años, es que en una emergencia, la reacción natural es seguir lo que ya has practicado. No hay tiempo para dudar.


Ejercicios de seguridad: Un compromiso constante

En mi embarcación, la seguridad es parte de la rutina. Los simulacros son tan importantes como la navegación misma. 


Practicamos constantemente, hasta que cada procedimiento se convierta en un reflejo automático. Cuando llega una emergencia, el cuerpo no piensa, actúa. Algunos ejercicios de seguridad que realizamos regularmente incluyen:

  • Simulacros de evacuación con tiempos medidos.

  • Procedimientos ante fallas técnicas en los sistemas de navegación.

  • Primeros auxilios y atención de emergencias médicas a bordo.

  • Control de incendios y manejo de extintores en espacios reducidos.

No basta con hacer estos ejercicios una vez y olvidarse. La seguridad es un trabajo diario. Si algo me ha enseñado el mar, es que las emergencias no avisan. Estar preparados es la única manera de garantizar que cada viaje sea seguro.


Protocolos clave al zarpar y fondear

Un buen viaje comienza antes de soltar amarras. La revisión previa al zarpe es una regla inquebrantable en mi tripulación.


Antes de cada salida, realizamos una inspección completa para asegurarnos de que todo esté en orden. Los puntos que nunca dejo pasar antes de zarpar:

  • Revisión de sistemas de navegación y motores.

  • Comprobación de chalecos salvavidas y balsas de emergencia.

  • Verificación de las condiciones meteorológicas.

  • Briefing con la tripulación sobre el plan de ruta y medidas de seguridad.

Cuando llega el momento de fondear, cada maniobra cuenta. Aquí no hay margen de error, y he aprendido que tomarse el tiempo para hacerlo bien es la mejor decisión. Antes de lanzar el ancla, siempre:

  • Evalúo la profundidad y las condiciones del fondo marino.

  • Reviso las corrientes y vientos predominantes.

  • Me aseguro de que haya suficiente espacio libre para maniobrar.

  • Monitoreo la posición del yate para evitar cualquier desplazamiento inesperado.

Un buen capitán nunca baja la guardia. No importa cuántas veces hayas fondeado, siempre hay que estar atentos. La vigilancia constante es la única manera de garantizar que la embarcación se mantenga segura en todo momento.


Reflexión final: El mar no perdona distracciones


Cada vez que veo un accidente en el mar, recuerdo por qué la seguridad es lo primero. No importa cuánta experiencia tengas, el mar siempre exige respeto. 


Las lecciones que nos deja cada incidente deben servir para mejorar y reforzar nuestros protocolos.


En mi embarcación, navegar seguro es una responsabilidad compartida. Desde el capitán hasta el último tripulante, todos debemos estar listos para actuar ante cualquier situación. Si algo puedo garantizar es que la preparación y el entrenamiento constante salvan vidas.

El océano es hermoso, pero también impredecible. No hay excusa para descuidar la seguridad.


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